Diario de viaje
Recorriendo el desértico y lindo sur peruano
7 septiembre, 2018
Cuando uno cambia de país tiene temores e incertidumbres, hay que adaptarse a la nueva idiosincrasia del país. Sin embargo, al pasar de Bolivia a Perú por el altiplano uno apenas ve diferencias. Además, Perú no es un país desconocido para nosotros. Hace dos años estuvimos aquí de vacaciones. Estuvimos quince días en los que vienes de guiri (de gringo, de turista) y vas a los típicos lugares: Machu Pichu, Cuzco, el Valle sagrado, Puerto Maldonado y Arequipa. En quince días te da tiempo a recorrer los sitios turísticos y comer los platos típicos. Pero hace falta más tiempo para conocer realmente a la gente y su cultura. En este viaje fue cuando nos dimos cuenta de que queríamos viajar de otra manera.
Al salir de Bolivia nos separamos de nuestros amigos de ViajandoxlaGRANAmerica, pero a lo largo de nuestro recorrido por el sur de Perú nos fuimos encontrando varias veces. La verdad es que después de compartir ruta durante mucho tiempo se les echa de menos cuando no están. Así que ¡esperamos ir encontrándolos en muchos más lugares!
Casas flotantes en islas flotantes
Salimos de Bolivia por la frontera de Copacabana y llegamos a Puno. Cerca de la ciudad, a orillas del lago Titicaca viven los Uros. Ellos no sólo construyen sus casas, sino también las propias islas en las que viven. Hay unas 95 islas flotantes hechas de totora, una especie de juncos que crecen a orillas del lago Titicaca. Las islas tienen unos tres metros de espesor y están hechas de pura totora. Dicen que cuando hacen una isla la inauguran invitando a todos los niños a jugar, pueden jugar a cualquier cosa menos a básquet. Constantemente tienen que añadir totora para mantener la isla en buenas condiciones. Todas las casas son de totora también, cuando llueve se dilata y eso impide que se mojen. Y hay que ponerle un ancla a la isla, sino puedes amanecer en Bolivia. Normalmente hay unas cinco familias por isla, y como la gente de la región hablan aymara. Ellos creen en la Pachamama, pero para ellos es más importante Mamacota (madre lago).
Fuimos a las islas en barco. Nos gustó mucho ir a las islas y conocer a los Uros, pero hubo cosas en el tour que no nos gustaron. Normalmente te llevan a visitar una isla en la que viven familias, y después a otra isla central para que comas algo o compres artesanías. En la isla de las familias te explican cómo hacen las islas y sus casas, qué pescan y cómo viven. Al final te invitan a entrar en sus casas. Esto nos pareció demasiado invasivo. Además, después te llevan en un barco de totora hasta otra isla. En nuestro barco se subió un niño pequeño que cantaba en quechua, en inglés y francés (wtf???), para que los turistas le dieran propina. Esto fue lo que menos me gustó.
No en vano se nace a los pies de un volcán
Nuestro siguiente destino fue Arequipa, la ciudad blanca. Arequipa es una de las ciudades más bonitas de Sudamérica. Es una ciudad colonial, en la que muchos de sus edificios están hechos de sillar, una roca volcánica blanca. Lo que la hace todavía más bonita es que está a los pies de un volcán, el Misti. Los arequipeños tienen fama de separatistas, y están muy orgullosos de su ciudad y de ser arequipeños. Y es que no me extraña, como dice el lema de la ciudad “No en vano se nace a los pies de un volcán”. Ya habíamos estado en esta ciudad, pero nos gustó tanto que no nos importó volver. Lo mejor de la ciudad es tomarte una cerveza en una terraza mientras ves la puesta de sol.
A Arequipa nos invitaron Mauricio y Romina a dar una charla. Mauricio pertenece al grupo Opúsculos, y Romina al grupo Léttera et cétera. Ambos son grupos culturales que intentan promover la cultura, la filosofía y la ciencia en Arequipa. Ellos son estudiantes universitarios, que cansados de que no hubiera eventos de este tipo en la ciudad, se juntaron y los crearon ellos mismos. Así que al enterarse de nuestro proyecto decidieron acoger un par de científicos unos días sin dudarlo. Gracias al hostel Nirvana Healing center y a Miguel, que estaba reformando el hostel, estuvimos unos días tranquilamente disfrutando de la ciudad. Dimos una charla en la Alianza francesa, a la que vino tanta gente que no cabía en la sala. La pena es que eran fiestas en la ciudad y no tuvimos oportunidad de dar más charlas. Los colegios estaban a otra cosa.
Por otro lado, disfrutamos mucho de las fiestas y sus numerosos desfiles, durante todo el día podías ver gente disfrazada desfilando por la ciudad. Y el día principal de la fiesta, el 15 de agosto, sacaron las mesas a la calle donde la gente comía y cenaba. Uno de los platos principales era el anticucho, corazón de res con una papa al final.
En Arequipa se come ¡genial! Me harté de comer rocoto relleno, una especie de pimiento relleno de carne que te sirven con una especie de tortilla de patata. Nos invitaron varias personas a comer a una picantería, donde pudimos probar varios platos de la comida típica arequipeña. Y siempre acompañado de la rica chicha, una bebida elaborada a partir de maíz.
Descansando en un antiguo puerto Inka
Después de atravesar Bolivia por el altiplano, de estar entre montañas a más de 3.000 metros, teníamos ganas de costa. Y no sólo eso, sino que desde que salimos de Uruguay no habíamos vuelto a ver el mar.
Así que de Arequipa nos fuimos directos al Pacífico, que no lo habíamos visto en todo nuestro recorrido. Paramos unos días en una playa en medio de la nada, sólo había un hotel vacío y unas ruinas incas. Las ruinas pertenecían a un antiguo puerto Inca, dónde preparaban productos del mar para enviarlos a Cuzco.
Las misteriosas líneas de Nazca
Durante unos días manejamos por la costa, por la panamericana, con montañas de arena a los lados y el paisaje más desértico que hayamos visto jamás. Mires dónde mires es todo arena, montañas y montañas de pura arena y tierra. Así, entre montañas de arena, llegamos a Nazca. Una ciudad en medio del desierto
Cerca de la ciudad se encuentran las famosas líneas de Nazca. Estas son geoglifos, dibujos geométricos formados por líneas en el suelo, trazados por la cultura Nazca entre el 100 d.c. y el 600d.c. Hay muchos dibujos distintos, los más sencillos son líneas que marcan puntos cardinales o conectan otros dibujos con formas de animales, plantas o figuras geométricas. La mayoría de las figuras se encuentran en superficies planas, menos algunas que están en las laderas de las colinas. Las líneas, en general, tienen unos tres o cuatro centímetros de profundidad, y no más de 30cm; se cree que se trazaron utilizando cuerdas.
La mejor manera de ver las figuras es desde el aire. Pero hay que tener dinerito para pagar el avión y el presupuesto viajero no da para tanto. Así que nos conformamos con subir a unas plataformas. La verdad es que se ven sorprendentemente bien. Vimos las líneas desde un montecito, dónde hay un simpático vigilante que nos contó mucho sobre las líneas. Nos dijo que llueve muy poco, y cada tres o cuatro años, esa es la razón de que las líneas se hayan conservado tan bien. Desde las plataformas vimos el árbol, el lagarto, las manos y unas figuras humanoides.
Hay muchas incógnitas en torno a las líneas, y nunca faltan las teorías alienígenas alimentadas por las propias figuras de forma humanoide. Yo personalmente me quedo con una frase de Maria Reiche:
Sería tener una opinión muy baja de los antepasados, de suponer que todo este trabajo inmenso y minuciosamente exacto y detallado, hecho con concienzuda perfección, tenía como única finalidad el servicio de una superstición primitiva o un culto estéril de los antepasados.
Maria Reiche fue una matemática alemana que dedicó su vida al estudio de las líneas. Gracias a ella se hicieron las plataformas desde las que se pueden observar las líneas, y dedicó mucho tiempo y esfuerzo para conseguir fondos para la conservación de las líneas. Lo que más nos gustó de Maria es que también viajaba en kombi 😊
Huacachina, un oasis al lado de una ciudad
Nuestra ruta siguió por en medio del desierto sur peruano hasta llegar a un oasis al lado de la ciudad de Ica. Esta ciudad está, como Nazca, en medio de un desierto de arena. Y pegado a la ciudad está el oasis de Huacachina. Es un lugar muy turístico al que va la gente a hacer sandboard, y por lo visto también existe el sandski (esquí en la arena). No es muy caro alquilar tablas y teníamos curiosidad, así que probamos.
Normalmente te suben en tubulares a lo alto de las dunas, pero hacía una semana hubo un accidente con víctimas mortales y obviamente los vehículos estaban parados. Así que alquilamos las tablas y subimos las dunas a pata, uno de los deportes más duros que he hecho nunca. Si ya es difícil subir descalzo una duna de arena, imagínate hacerlo con botas de esquí y cargando con los esquís y los palos. ¡Yo no daba abasto! Ángel subía tranquilamente con su tabla de snow mientras yo intentaba que no se me cayeran mis esquís.
Total, que llegamos arriba y no pienses que te tiras y ya. Primero hay que encerar las tablas con una vela, una vela normal y corriente de andar por casa. Después la frotas en la arena, porque sino no avanzarías. Y una vez has hecho eso ya estás listo para tirarte. La primera vez es complicado, uno no sabe cómo controlar la velocidad y terminamos parados en mitad de la pendiente sin deslizarnos. Para volver a tirarte tienes que repetir todo el proceso de nuevo: subir, untar la vela y frotar el esquí. La segunda vez mejora la cosa, pero yo ya no podía más con mi vida. No tenía ninguna gana de volver a subir y frotar la vela. Supongo que con los tubulares el deporte este será mejor. Pero cualquiera se sube a uno de esos ahora, sabiendo lo que pasó. Así que decidí que una y no más. Me quedo con el esquí normal, ese en el que subes cómodamente en telesilla y te deslizas a la mínima.
Una de las mejores cosas del oasis es sin duda subir a lo alto de las dunas y ver la puesta de Sol, sería algo mágico de no ser porque todo el mundo tiene la misma idea y hay mucha gente.
Haciendo amigos Emergentes del Mar
Santa Cruz es un pequeño pueblo cerca de la costa de Paracas. Realmente es un asentamiento humano que surgió en torno a la industria pesquera que hay en la zona. La mayoría de gente que vive ahí son gente de la sierra o la selva que vinieron por trabajo. Está cerca de Pisco, donde hubo un terremoto muy fuerte en 2007. Mucha gente nos contaba historias sobre el terremoto, dónde estaban y qué hacían ese día.
El grupo emergentes del mar decidió acogernos un par de días, así que allí nos fuimos. Emergentes del mar es un grupo cultural que pretende promover el arte y la cultura mediante la realización de eventos, publicaciones y exposiciones que promueven el fomento a la lectura, la recuperación de la identidad cultural en la provincia de Pisco.
Dimos charlas para los chicos de la escuela pública y la privada. Estuvimos encantados de conocer a Lourdes y el resto de los integrantes del grupo y ayudarles con su gran labor. En los días que estuvimos con ellos descubrimos su pasión por la poesía y sus ganas por llevar la cultura a su pequeño pueblo.
Conociendo pelícanos en la reserva de Paracas
Después de haber estado en Puerto Inka en la playa, teníamos ganas de volver a estar unos días a la orilla del mar. Así que nos fuimos a la reserva natural de Paracas y pasamos unos días allí, tranquilamente al lado del mar. La reserva es un lugar desértico. Pero si te quedas un rato observando puedes ver cientos de aves diferentes. Entre ellas, enormes pelícanos. Nunca los habíamos visto y nos impresionaron mucho. Además, pudimos verlos de muy cerca porque se acercaban a los pescadores en busca de algún obsequio. Los paisajes de la reserva son hermosos, sus playas de diferentes tonalidades y su diversidad de paisajes nos atraparon.
Seguimos hacia el norte
Antes de llegar a la capital, Lima, nos desvíamos a un pequeño pueblo de Huancavelica, Villa de Arma. Allí nos acogieron con los brazos abiertos, y tuvimos una linda experiencia que contaremos en el siguiente post.