Diario de viaje

Objetivo Bogotá

7 febrero, 2019


Llegamos a nuestro último país de Sudamérica, Colombia. Hace meses no nos imaginábamos que íbamos a llegar tan lejos, pero aquí estamos, en el norte del subcontinente. En el país en el que la cordillera de los andes se divide en tres.

Cuando uno piensa en Colombia piensa en narcotráfico y guerrillas, en inseguridad. Pero cualquier persona que haya estado en Colombia ya no piensa en esas cosas, sino en el aroma del café, en el del mango, las infinitas frutas, cascadas, verdes prados, variedad de aves y en la amabilidad de la gente.

Lo primero que aprendimos al entrar en el país es que no hay que dar papaya, que viene a decir que hay que tener cuidado. Si uno no da papaya, todo irá bien, y así ha sido.

Camino a Bogotá

Como mucho sabéis me estoy preparando para ser profesora, y para ello estoy haciendo un máster de profesorado a distancia, en una universidad española. Tengo que hacer unas prácticas en un colegio y me permiten hacerlas en un colegio español en Bogotá. Así que el objetivo del primer mes en Colombia era llegar a Bogotá, pero en el camino nos encontramos lugares hermosos y gente increíble.

Nuestra primera parada fue el santuario de las Lajas, la segunda maravilla arquitectónica del país. Me recordó a Covadonga, en Asturias, en medio de la naturaleza con unas cascadas muy lindas.

Santuario de Las Lajas
Santuario de Las Lajas

Protestas en la Universidad de Nariño

Llegamos a Pasto justo para ver el eclipse de Luna. Allí nos recibió el profesor Alberto Quijano, que trabaja en el Observatorio de la Universidad de Nariño. Estábamos en el lugar perfecto para ver el eclipse, un observatorio con varios telescopios, pero se nubló y no pudimos ver nada ☹.

Estuvimos en la Universidad en medio de protestas estudiantiles. Cerraron todos los edificios y vimos a unos chicos encapuchados intentando convencer a los estudiantes que secundaran la protesta. Yo nunca había vivido algo así, correr entre gases lacrimógenos y papas-bomba. La verdad es que la educación pública en Colombia no está bien, los estudiantes piden que se mejoren las cosas y el gobierno no respeta los acuerdos.

La ciudad blanca tiembla

Nuestra siguiente parada fue Popayán, la ciudad blanca, una linda ciudad colonial llena de casitas blancas en medio de verdes colinas. La primera mañana allí nos despertamos a las 7.30 porque la kombi se movía. Pensábamos que alguien se había apoyado o algún gracioso la movía, a veces pasa. Pero nos levantamos y no vimos a nadie. Después nos enteramos de que había sido un temblor.

En Cali se respira salsa

Y llegamos a Cali, un lugar que respira salsa por todos sus rincones. Nos ha encantado esta ciudad, tan alegre como sus habitantes. La gente de la Asociación de Astrónomos Aficionados de Cali - asafi.org, de la Escuela de Astronomía de Cali y de Astronomía Didáctica nos han recibido con los brazos abiertos. Y hemos estado muy a gusto con Marino y Diana, en el barrio San Antonio, un lindo barrio colonial. Todo el mundo en la ciudad es muy agradable y hacen que uno se sienta bien. Una de las cosas que más nos gustó fue el monumento al grupo Niche, uno de los principales grupos de salsa de la ciudad. El monumento es una gran trompeta, en cada una de las campanas se escucha salsa. La primera es la percusión, la segunda los vientos, la tercera las voces y la última todo junto. Como no podía ser de otra manera, antes de irnos de la capital de la salsa, fuimos a disfrutar de la rumba caleña.

Marino y Diana nos recibieron en Cali
Marino y Diana nos recibieron en Cali

Trompeta de Cali pachanguero
Trompeta de Cali pachanguero

De paso por el eje cafetero

Pasamos por el eje cafetero sólo una noche, en Calarcá. Allí nos acogió la suegra de una profesora de Bogotá que había contactado con nosotros. Puede parecer extraño ir a casa de la suegra de alguien que no conoces, pero no lo es en absoluto si esa persona es Argenis. Esta mujer nos acogió en su casa con toda su hospitalidad y alegría. Una amiga suya que estaba en la casa también nos quería acoger, y el hombre de la casa frente a la cual estacionamos también. Esta gente no puede ser más simpática. Nos fuimos sabiendo que volveremos a recorrer el eje cafetero y con ganas de disfrutar más del ambiente paisa y su café.